jueves, 14 de enero de 2010

Vergüenza ajena

Hoy es uno de esos días en los que me avergüenzo de la raza a la que pertenezco. Porque me doy cuenta de cómo es la gente, y de lo que son capaces de hacer las personas con tal de obtener un poco de atención.
En vez de dedicar su tiempo en hacer algo constructivo, en planificar su vida, en hacer de éste un mundo un poco más agradable en el que vivir, en vez de eso, se dedican a atacar y pisotear.
¿Cómo es posible que la gente se decante por la crueldad, el chisme, la humillación hacia los demás?
El camino fácil, que dirían algunos. ¿Fácil? ¿Es la maldad tan fácil como la pintan? Sinceramente, tengo mis dudas al respecto.
A mí, personalmente, me resulta más sencillo decir una palabra amable que lanzar una mirada asesina, y la simple idea de calumniar a alguien que tiene un buen corazón, que jamás enjuicia a los demás, me parece repulsiva.
Me siento decepcionada con la mayoría de las personas que me rodean.
Sé que no se puede hablar, ya que todos tenemos defectos, pero la crueldad, por suerte, no es uno de los míos.
Y es que es asombroso cómo somos capaces de proyectar nuestros miedos e inseguridades hacia los demás para sentirnos mejor.
¿Tienes complejo de inferioridad? ¡Insulta a tu amiga!
¿Te ves gorda? Nada, mujer, llama foca a tu vecina de enfrente.
Si tu problema es que opinas que tu inteligencia es, lo que se diría, nula, simplemente, inventa un rumor acerca de que ese chico tan tímido de clase, sufre una discapacidad intelectual severa.
Y es que, ¿para qué vale la autoestima? ¿De qué sirve el autoconocimiento, comprender y aceptar nuestras virtudes y límites, cuando agrediendo a otro se solucionarán todos los problemas de un plumazo?
Veréis, voy a desvelar un secreto.Aunque a alguno le choque, llamar feo, gordo, o tonto a una persona, no te hará ser más hermosa, más delgada, o más inteligente.
Sin embargo, procuro pensar que en realidad existe esa mujer con los ojos vendados y una balanza en la mano, esa mujer llamada Justicia, que pondrá a cada uno en su lugar.
Quiero creer que la vida, te devuelve, de una forma u otra lo que das, y, que todo el bien o el mal que alguien haga, antes o después, le será devuelto.
Ésta vez no me ha sucedido a mí, no soy yo a quien atacan, pero me sigue repateando igual.
Quien se pica, ajos come, y yo, hoy, estoy muy picada.

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