jueves, 21 de enero de 2010

Acantilado.

Me siento al borde de un acantilado…
Ante mis ojos puedo ver la gran altura del precipicio, lo peligroso que es acercarme, la gran caída que presenta.
Ante mi se encuentra un mar embravecido, furioso, y unas rocas picudas y mortales, que desean que me lance contra ellas…desean ver mi pecho atravesado por sus vértices, mi sangre estigmatizando el mar…
Y, detrás mía hay un castillo de altos muros, una fortaleza que me ofrece resguardo y protección. En su interior, brilla una cálida luz, alguien ha encendido una hoguera en su interior. Puede que alguien me esté esperando.
Se desata una tormenta, la lluvia comienza a resbalar por mi piel, empapando mis ropas, enredando mi cabello, helando mi corazón.
Debo tomar una decisión…y hacerlo con rapidez: ¿Me encamino hacia el amparo del castillo, hacia la luz, o me arrojo al abismo?

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