domingo, 29 de agosto de 2010

Caer está permitido


No me siento feliz.
La Luna tiene también una cara oscura, necesaria para aprender, pero que imparte sus lecciones de forma severa e inesperada.
Hoy es una de esas noches en las que, se suponía que todo debería estar bien. En orden, en calma. Una noche en la que el placer de pensar en el trabajo duro y bien realizado me otorgara el merecido descanso.
Sin embargo, esta es una noche de verano muy fría. Más fría que cualquier noche de invierno.
Parece que hoy he olvidado las instrucciones que me dieron para no llorar. Sin ningún motivo, las cosas están del revés.
Y es que hace tiempo que sospecho que hay algo que no anda muy bien en mí. Y lo peor es que no sé qué es.
Sé que hay cosas que no he hecho bien, o que suceden por mi culpa. Pero también es cierto que no todo depende de mí, ciertos asuntos escapan de mi control, y es injusto que se me responsabilice de ellos.
Ojala los Dioses me manden la inspiración necesaria para darme cuenta de qué debo hacer, cómo he de solucionar las cosas. Y es que no sé qué más probar, todo he intentado, pero nada ha resultado.
Hoy es una noche de suspiros, de expresión indefinida, de falsas sonrisas, de lágrimas inmerecidas.
Me gustaría decir que he tirado la toalla, de esa forma podría abandonarme a la melancolía, tener la amarga satisfacción de que ya nada queda por hacer.
Sin embargo, yo no me doy por vencida, tengo el defecto de ser muy tozuda, y quizás es eso lo que me atormente…que pese a intentarlo con todas mis fuerzas nada consigo…y es que las caídas, son cada vez desde más alto.
Y es que no hay manera de que aprenda, que a veces, hay cosas que deben dejarse por imposibles.
Seguiré intentando salir del bache, con ácido optimismo, sabiendo que quedan aún muchos días de pesadumbre.
Sin embargo, me voy a permitir una noche de abandono. Hoy caeré, me permitiré llorar, e incluso desesperarme.
Y mañana, irremediablemente, volveré a levantarme, de nuevo empezaré a andar…a pesar de que sé lo que eso significa.

lunes, 23 de agosto de 2010

Cada tres cuadros....:(


Nunca pareciste feliz conmigo.
Nunca parecí ser de tu agrado, nunca hice nada bien.
Me pregunto qué error cometí, qué fue eso que hice tan mal.
No sé por qué te arruiné la vida de tal manera.
Lamento confesar que no estoy muy segura de qué pecado cometí, pero debió de ser muy grave para que me desprecies así desde el primer momento.
No diré que lamento no haber sido perfecta para ti, porque nadie es perfecto y mucho menos tú.
Porque quisiste que fuera sumisa, que aguantara todo cuanto me echaras encima.
Porque pese a tus maneras y tu forma de ser, yo tenía que ser fastuosa.
Porque querías que hiciera lo que tú decías, no lo que en realidad hacías.
Ah, qué fácil es pedir, sin ofrecer nada a cambio. La inexcusable hipocresía humana.
Porque exigías confianza cuando tú nunca confiaste en mí.
Porque pretendías obtener cariño inculcando miedo.
Porque nunca fuiste capaz de entender una lágrima, porque no eras capaz de dar un abrazo.
En vez de disfrutar de dulces cuentos infantiles, soportaba historias para no dormir.
No estuviste ahí en los momentos duros.
No me diste ningún consejo útil.
No hice nada que te hiciera sentir orgullosa.

Nunca comprendiste lo que para una niña significa la palabra soledad.
Pretendiste adiestrarme, en vez de educarme.
Y después de tantos años de doloroso rechazo, te preguntas qué has hecho mal.
Cómo puedo ser tan cruel contigo.
Cómo no se me cae la cara de vergüenza al recordarte, lo que para ti nunca sucedió.
A éstas alturas ya deberías saber que quien siembra vientos, recoge tempestades. Y tú llevas años sembrando auténticos huracanes.
Ésto es lo último que te digo. El último pensamiento que te dedico. La última reflexión, ya que desde hoy, no vas a tener la suficiente relevancia como para dedicarte ninguno de mis pensamientos, ninguna emoción, ningún sentimiento, ni siquiera, desprecio. Pues la rabia ha ido dando paso a la indiferencia.

No escucharé tus insultos; no miraré tus gestos de desprecio, no contestaré a estúpidas provocaciones.

No creo que vayas a lamentarlo, pues nunca te importó, pero si alguna vez, decides preguntarte por qué, recuerda, que hace muchos años que me perdiste, si es que en algún momento me tuviste.


Sé que algún día seré completamente libre.