miércoles, 23 de junio de 2010

Verano.


Junio llega a su fin.
El Sol, comienza a asomar tímidamente sus rayos entre las nubes, repartiendo una exigua muestra de calor. Y es que se olvidó de dar cuerda a su reloj, llega con retraso.
Si he de ser sincera, no me gusta demasiado el calor.
Me pone dolor de cabeza.
En verano, huyo de los lugares soleados, de las playas abarrotadas (me gusta el mar, ojo, pero una cosa es una playa tranquila y otra cosa es un hervidero de personas sudando, gritando, y tostándose de calor), del buen tiempo.
Necesito sombra continua, jamás se me verá tumbada sobre una toalla, tostando mi piel. Por eso siempre estoy demasiado blanca.
Es como si en algún momento de nuestra vida, nos hubiéramos peleado, retirándonos la palabra el uno al otro.
Uno de los motivos que me hace recelar de ésta estación, es la gente. No me gustan las masas, ni las multitudes. Y en verano, vaya donde vaya, siempre hay aglomeraciones de gente: Domingueros por aquí, giris con bermudas por allá, happy family con perro incluido en esa otra zona, ah, y por supuesto los imprescindibles grupos de japoneses con cámara de fotos en mano.
Sin embargo, éste año he celebrado el Solsticio de verano, lo que me ha hecho replantearme alguna que otra cosa.
El verano forma parte de la rueda, que gira, gira y gira año tras año.
Es tan necesario como cualquier otra estación.
Es verdad que está lleno de cosas que me disgustan, como los mosquitos, las arañas, el melonero de mi pueblo, el asfixiante calor, la canción del verano, el mundial de fútbol, las multitudes, los ventiladores (me ponen enferma), más ataques de migrañas, o los análisis de sangre que me tengo que hacer anualmente.
Pero también tiene alguna cosa buena: los helados de chocolate, la ropa fina y ceñida, los paseos nocturnos, el canto de los grillos, las horas de relax, el tiempo libre que puedo emplear en hacer lo que quiera o, directamente, en no hacer nada y además sin sentir remordimientos, las flores, los melocotones y la sandía, llevar a los ingenuos a cazar gamusinos (jijij), y poder dormir hasta la hora que me de la gana.
Así que he pensado que este año intentaré disfrutar un poco más del dichoso verano.
No es que vaya a hacerme devota suya, sin embargo…creo que ha llegado el momento de hacer las paces con él.

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