Hoy me siento tranquila, en paz.
Agradeciendo lo que tengo.
Esforzándome por lo que quiero.
Está a punto de terminar una pequeña parte de mi vida. Uno de los pequeños senderos que hay a lo largo de mi camino. Terminando un pequeño trecho que me acerca más a mi meta.
Después del agobio y el estrés, por fin toca relajarse.
Y es que, después de la tormenta, suele llegar la calma. Aunque no siempre, claro.
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